viernes, 27 de noviembre de 2009

DESPERTAR RUDO








Dormida, sobre su propio sueño, imaginaba sensaciones y colores innúmeros. Vapores sutiles, delicados y de suaves aromas la envolvían. De la rama de un árbol de luminosa fronda pendía, cual fruto esplendente, el traje vaporoso que la adornaría en la festividad cercana y, convertida en princesa de los cuentos de hadas, bailaría la danza de la infinita dicha en brazos del galán mil veces presentido…

Un rayo de sol entibió el rostro sucio de sangre y lodo. Apretó los párpados dormidos y los abrió en busca de la irrealidad. Lo opuesto la golpeó de pronto y se vio, rasgado el raído traje y la virtud, en medio de un basural desconocido, como un trasto viejo más. El dolor en medio de sus muslos la llevó a recordar: fueron cinco, uno tras otro los contó. Cinco intrusos escarbando su huerta, lacerando su intimidad. El dolor se hizo inmenso, insoportable y trasmutó hacia el alma…

Recordando el traje luminoso suspiró hondo… Con infinito sufrimiento… cerró los ojos y despidió la vida…

Tenía catorce años y carecía de identidad.
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Texto: Derechos reservados alpara, 2009.
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