jueves, 17 de abril de 2008

DEL VIEJO ARCÓN DE LOS RECUERDOS VIII




D E S P E D I D A



De pronto, sin indicios, me abarcó la locura de saber que no eras... Tu presencia se tornó vacía, como una sombra. Intenté alargar mis brazos y no encontré respuesta. Quise pedirte auxilio y me negaste tus manos. Bajo mis pies: la nada. Frente a mis ojos: lejanía. Junto a mis labios secos, sólo ausencia...







Así ocurrió... Conocí la verdad y, presuroso, me alcanzó el desaliento. Busqué en vano tu mirada para encontrar respuestas; al hurtarme tus ojos presentí: Ya nunca más tus huellas acompañarán las mías en el polvo... Se bifurcó el camino...









...¡Ah! ¡Cómo empapé con llantos esa ruta! ¡Cómo arañé el sendero buscando tu palabra! Tus labios, en cambio, dispararon saetas. Queriendo defender el corazón mis manos resultaron laceradas, pero tú ya no estabas restañando la herida: en el lecho quedó tu oquedad y apenas tu perfume entre las sábanas. Nuestras manos unidas quedaron sin mañana...






Tu figura se fue desvaneciendo. Cada rasgo fue perdiendo contorno. El tono de tu voz no retuma ya entre mis paredes. Tu presencia, cada vez más débil, terminó por diluirse en la maraña de los días. Los días oscuros comenzaron a transitar hacia la luz. La luz, de pronto, iluminó mis ojos. Mis ojos, sin lágrimas, te dijeron adiós...










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Esto escribió Alichín... hace ya muuuuuchooooo tiempo... En diciembre de 1987.



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