sábado, 4 de abril de 2009

¿ V O L V E R ?








Entró en el almacén de manera despreocupada; no llevaba en mente compra alguna, solo curiosear y dejar a la casualidad el acto de adquirir alguna mercadería. Lejos también de sus pensares el encuentro con alguien conocido, considerando que su paso por la tienda no era otra cosa más que el acto de una turista aprovechando sus últimas horas de permanencia en el lugar. Aunque estaba en calma, un leve cosquilleo comenzaba a manifestarse a la altura del estómago, acentuándose a medida que se acercaba la hora de la partida. Partir significaba regreso; volver a donde no quería, al lugar donde nada grato la esperaba. En su caminata solitaria por las calles de la ciudad turística y alegre, su mente volaba hacia situaciones imaginarias que la liberaban de la obligada permanencia en el lugar a donde no deseaba regresar. Se contemplaba arrastrando su Carrión hacia la plaza contigua a la Catedral, observando el ir y venir de las palomas acostumbradas a los transeúntes que, eventualmente, les lanzaban comida. Se veía sentándose calmadamente en uno de los bancos, abandonando el maletín a un lado. Dejaba transcurrir el tiempo sin apremios, suavemente… De vez en cuando, echaba una rápida mirada a su reloj pulsera, constatando cada vez que su tiempo se agotaba y debía emprender el rumbo hacia el aeropuerto. No parecía dar importancia a nada. Finalmente una amplia sonrisa de satisfacción ocupaba su rostro aún atractivo. Dio un último vistazo al reloj que marcaba, severo, la hora justa de embarque. Sí, en ese momento la voz monótona del aeropuerto alertaría a los pasajeros que era la última llamada ante el embarque inminente; escuchaba que los altavoces repetían su nombre y que, finalmente, indicaban que el coche nocturno se disponía a partir… Mientras, ella, serena y silenciosa celebraba en su fuero interno, con alborozo, la decisión improvisada que la mantendría alejada para siempre de una realidad aciaga.



Comenzó a registrar, sin entusiasmo, la ropa colocada en los grandes mesones, clasificada por tipo de prenda y color. Al levantar una blusa de seda blanca su mirada se desvió hacia una figura femenina que, en otra mesa, también hurgaba la ropa, de espaldas a ella. Sintió una punzada en el pecho y un frío comenzó a circular por su cuerpo. Sin duda era ella, su media hermana, de quien se había separado hacía tantos años. Sintió un temor incontenible y, no obstante, no podía quitar los ojos de la figura femenina, cuyo pelo recogido en la nuca le aseguraba que se trataba de la persona que menos quería encontrar en esos momentos. Quiso echar a correr desenfrenada para poner distancia entre ambas, para que la otra no llegara a notar su presencia. En cambio, permaneció clavada en el sitio como si una enorme fuerza le impidiera el movimiento. La otra mujer, sintiendo tal vez el peso de su mirada giró bruscamente. Sus ojos, ocultos tras los anteojos de sol se clavaron en los serenos y azules de su hermana cuyo rostro no denotó ningún sentimiento. Con voz pausada dijo:
-¡Vaya, finalmente volvemos a vernos! Sabía que iba a ser así aunque no pensé que sería hoy ni en este lugar- No hizo ningún gesto y ella quedó muda, con los labios entreabiertos como para decir algo. La otra sin cambiar su rostro inexpresivo levantó los brazos y los extendió hacia ella en un gesto amigable, incitando al abrazo; la mirada se hizo dulcísima y una amplia sonrisa dio a su faz una luminosidad inesperada, volvió a ser la hermana amada y amante…
-¡Soy tan infeliz1- casi gritó y se lanzo con violencia hacia la otra estrechándola con fuerza..
-No será más así- dijo con suavidad su hermana. Vuelve a nosotros y el tiempo hará el resto… Aquí se te quiere bien y tú lo sabes. No tienes por qué volver.
Tomadas por la cintura salieron de la tienda y emprendieron la marcha , sin rumbo fijo, por la amplia e iluminada avenida. Caminaron en silencio disfrutándose. Atardecía, el cielo iba tiñéndose con el arrebol y, a trechos, algunas pocas nubes oscuras unidas al rosa, se tornaban de un hermoso color lila intenso. La noche fue cayendo silenciosa y oscura opacando la alegría de los tonos celestiales y a las dos figuras entrelazadas que, sin hablar intercambiaban el afecto a través de sus cuerpos. Mientras, en el aeropuerto, una voz monótona anunciaba la partida del vuelo 715, apremiando a los pasajeros a abordar el avión por la puerta número nueve.


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martes, 31 de marzo de 2009

RETORNO




Después de siete meses alejada de mi blog, retorno a él impelida por una circunstancia en la que me envolvió la vida e hizo posible la maravilla cibernética del siglo XXI… Cuando en los años 50 llenábamos las aulas de la Escuela Secundaria, nos maravillábamos de ese artefacto hoy cotidiano: la TV y casi no pensábamos en el siguiente siglo, aunque los comics nos auguraran adelantos fabulosos, con automóviles voladores, carreteras de varios pisos que bordeaban los ventanales de altísimas edificaciones. No obstante, poco pensábamos en cómo sería realmente esa entrada a la nueva centuria y de qué manera nuestras vidas sencillas de aquel entonces, serían enriquecidas por los adelantos de la tecnología. Lo que hoy nos parece natural era impensable en aquellos tiempos. Ya se hablaba, sí, de la televisión en colores, de aviones rompiendo la barrera del sonido y de artefactos destructivos de mayor poder que las recién y tristemente estrenadas Bomba Atómica y Bomba H. Es decir “adelantos” tecnocientíficos para la destrucción mas, nada para unir en lugar de separar, construir en vez de destruir. Al menos, el progreso científico y técnico en grandes beneficios para la humanidad se producía casi a escondidas, a soto voce, opacada su importancia por la alharaca del armamento bélico.

Recuerdo que no hace tanto tiempo, cuando ya había iniciado mi labor docente en la Universidad, un organismo oficial o una importante empresa del país (no sabría cuál) donó a nuestra Escuela ¡una computadora! Se trataba de un gigante metálico de dimensiones descomunales, que requería de un amplio salón para ser instalada. Funcionaba con tarjetas perforadas. Algún entendido de buena voluntad nos ofreció un escaso entrenamiento en tales tarjetas, más bien para entenderlas un poco que para poder manejar el monstruo. Como era de esperar, el espécimen permaneció inactivo durante meses. Al principio, el interés lo hizo ser de obligada visita por quienes transitaban los pasillos universitarios hasta que, poco a poco, pasó de ser interesante a convertirse en un estorbo ¿Cuál fue su destino final? No sabría decirlo, lo ignoro.


Pocos años después la humanidad fue sorprendida por las computadoras “pequeñas” y, finalmente, arribó Microsoft haciendo posible, en muy poco tiempo, que muchos pudiésemos disfrutar de los beneficios del microprocesador y de todos los artefactos que surgieron a su alredor para hacernos las comunicaciones (y la vida) más fáciles. Luego, aparecieron los blogs y finalmente, llegó triunfante Facebook.

Se convirtió este medio en un entrometido visitante con muchos aspectos negativos en su haber pero, al mismo tiempo, ha servido para unir personas desconocidas entre sí, encontrar familia dispersa y aun desconocida y reencontrar parentela hace mucho dada por perdida. Este último ha sido mi caso:

Hace tres días apareció en mi bandeja de entrada un nombre muy familiar, aunque muy lejano. La sorpresa dio paso a la curiosidad y respondí. Segundos después entró otro mensaje confirmando mi sospecha: en efecto, se trata de alguien de mi misma sangre a quien le había perdido el rastro hace muchísimos años. Un mal entendido, tal vez, había producido la separación y el silencio, siempre ominoso cuando se da entre seres que se profesan afecto. La buena nueva descartó recelos y dio paso a una gran alegría y ambas personas nos fundimos en un enorme y estrecho abrazo cibernético y los gigas se humedecieron con nuestras lágrimas de alegría. Ha comenzado un nuevo ciclo comunicativo, interactivo de anécdotas y afectos. Doy gracias al Altísimo por tan hermosa oportunidad.


¡Geni! ¡Casi te alcanzo!!! ¿Verdad?