LA PECULIAR AMISTAD DEL MUNDO DE LA BLOGSFERA
¡Saludémosla! ¡Con pitos y fanfarrias como a una reina de belleza!
Porque es el mundo donde podemos decir y soltar todo lo que en un momento nos molesta o nos hace felices, sin caretas, sin tapujos. Posiblemente porque nos sentimos protegidos por el anonimato o porque no nos estamos mirando a los ojos, frente a frente, o porque el rubor es invisible. O, por todo eso junto, lo escrito en un blog es lo más sincero y auténtico (casi siempre). Pero, además, porque ese tipo de amistad nos era y nos es necesario. Tal vez, por medio de esa hermandad pueda construirse una cadena de favores (como la propuesta en la película homónima) o algo parecido, aumentada en progresión geométrica hasta construir un manto, inconmensurable, capaz de arropar el planeta ¡o la galaxia entera! uniéndonos en un gran abrazo cosmoblógico*.
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*Reclamo la maternidad del término (Jajaja)
No sé si este tema ha sido ya tratado en otro(s) blog(s) y, por tanto, estoy siendo reiterativa... Pero, es mi sentir de hoy...
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Inserto, a propósito de la amistad, las siguientes reflexiones:
Amigos
Vinicius de Morais
Tengo amigos que no saben cuánto son mis amigos. No perciben el amor que les profeso y la necesidad que tengo de ellos. La amistad es un sentimiento más noble que el amor, es que permite que el objeto de ella se divida en otros afectos, en cuanto el amor tiene intrínseco los celos, que no admite rivalidad. Y yo podría soportar, sin embargo no sin dolor, que hubiesen muerto todos mis amores ¡Mas enloquecería si muriesen todos mis amigos! Hasta aquellos que no perciben cuánto son mis amigos y cuánto mi vida depende de sus existencias...
A algunos de ellos no los frecuento, me basta saber que ellos existen. Esta mera condición me llena de coraje para seguir en frente de la vida. Mas, porque no los frecuento con asiduidad no les puedo decir cuánto gusto de ellos. Ellos no lo creerían. Muchos de ellos están leyendo esta crónica y no saben que están incluidos en la sagrada relación de mis amigos. Mas, es delicioso que yo sepa y sienta que los adoro, aunque no se los diga y no los frecuente. Y las veces cuando los frecuento, noto que ellos no tienen noción de cómo me son necesarios. De cómo son indispensables a mi equilibrio vital. Porque ellos hacen parte del mundo que yo, trémulamente, construí y se tornaron fundadores de mi encanto por la vida.
Si uno de ellos muriera, yo quedaría torcido para un lado. Si todos ellos murieran ¡Yo me desmoronaría! Es por eso que, sin que ellos sepan, yo rezo por su vida. Y me avergüenzo, porque esa súplica está, en síntesis, dirigida a mi bienestar. Ella es, tal vez, fruto de mi egoísmo. A veces, me sumerjo en pensamientos sobre alguno de ellos. Cuando viajo y estoy delante de lugares maravillosos, me cae alguna lágrima porque no están junto a mí compartiendo aquel placer...
Si alguna cosa me consume y me envejece es que la rueda furiosa de la vida no me permite tener siempre a mi lado, habitando conmigo, hablando conmigo, viviendo conmigo, a todos mis amigos, y, principalmente los que sólo desconfían o tal ve nunca van a saber que son mis amigos.
La gente no hace amigos,
los reconoce.