viernes, 17 de agosto de 2012

¿QUÉ LE PASÓ A MI INSPIRACIÓN?

¿Qué pasa cuando deseamos decir algo y no encontramos la manera adecuada para hacerlo?
¿Quedamos frustrados? ¿Abandonamos el intento y lo dejamos para un "después" que sabemos no llegará nunca? ¿Nos quedamos insistiendo sin ningún resultado? Tampoco sabremos cómo responder estas preguntas porque estamos "bloqueados". La mente no quiere cumplir nuestras órdenes o satisfacer nuestros deseos. Es una situación indeseable y dolorosa.
O peor: antipáticamente angustiosa. Porque nos hace sentir impotentes. Tenemos las herramientas para hacerlo bien, muy bien, excelente si se quiere. Pero cuando hacemos uso de tales herramientas (el lenguaje, la razón, la lógica, el sentimiento y la virtud poética que pueda acompañarnos) resentimos el resultado: nos parece impreciso, poco elegante, falto de gallardía lingüística. En fin, nos resulta un bodrio.
Allí, en ese pobre bodrio, comienza la desesperanza, la desilusión, la impaciencia y ¿Por qué no? ¡La ira! ¿Contra quién? Contra nadie. Contra nosotros mismos porque empezamos a despreciarnos al sentirnos incapaces. Aflora la envidia. Hacia todos. Aun hacia el más pobre o ramplón de los escritore porque, en ese momento, sentimos que nada puede ser peor que nuestra "obrita", "obrucha"... ¡Nuestro bodrio! Esa pequeña frase deslucida, desteñida, arrugada, hecha jirones. O ese parrafito sin brillo, banal, esquelético, raquítico en ideas y en prestancia ¿Y por qué fulano o menganeja han sido capaces de decir cosas tan precisas, certeras ¡y tan hermosas! ¡Qué injusto! ¿Será el lápiz? ¿O  el bolígrafo casi sin tinta? Es este procesador de mis tormentos que se vuelve loco a cada rato. O la energía eléctrica, que parece jugar a las escondidas con los usuarios. También esta silla incómoda que me produce un horrible dolor de espaldas... ¿Han percibido la cantidad de "ques" empleados en tan corto espacio? ¡Es un horror! ¡Una gran pobreza de lenguaje! diría mi antiguo profesor de narrativa.
No tiene caso continuar mortificándome. No cuajó, no salió, germinó torcido, achatado. Y todo es mi culpa: me estoy durmiendo y en lugar de ir a dormir como haría cualquier persona normal y sensata ¡No! Me quedo intentando decir lo que no debo (o no puedo). Porque lo que debo hacer es DORMIR... Entonces, en conclusión... ¡Buenas noches! ¡Good night! ¡Boa noite!
¡Beijos! ¡Eu quero muito vocês!*
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* Agora, eu estou estudando portugués... ¡Pero esa es otra historia! Jajaja