miércoles, 19 de marzo de 2008

EL GRAN AMANTE




Lo que voy a relatar es un jirón de vida. De vida maravillosa ¡Espléndida! Y es un relato triste porque está humedecido por el llanto. El de la despedida. El del adiós sin remedio…
¿Qué es la amistad? Me pregunto… Es dejar correr el llanto sobre el ataúd donde yace mi amigo. El amigo de tantos años que se fue silenciosamente, sin un grito, sin un ¡Ay! Sin decirme adiós. Cerró lo ojos como un niño que se entrega al sueño y así, quedito, pasó de la vida a la eternidad en una madrugada de marzo.

A un lado del féretro, en la hilera de sillas colocadas con la mayor compostura, como requiere la ocasión, está ELLA: LA COMPAÑERA… Disminuída por la congoja deja fluir un llanto silencioso… Creo descubrir en sus labios crispados la sombra de una sonrisa: la del recuerdo de los buenos tiempos.

Me acerco. La abrazo sin decir nada porque en ese momento ¡Nada sirve! Nos separamos y quedamos mirándonos, intercambiando en las miradas casi cincuenta años de afectos, de vida compartida en muchos trechos…

Me dice como interrogándome: -¿Cómo podré vivir sin ese hombre que me amó tanto? ¡Me amó tanto! ¡Desde el primer día en que me vio hasta que dejó de vivir!








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En efecto, su amor por ella nunca se fue de vacaciones… Durante cincuenta y ocho años, los 365 días de cada uno los vivió junto a ella y para ella. ¡Con qué devoción la miraba, con cuánta delicadeza la trataba!

Y, por fortuna, fue dichoso junto a ella porque, de la misma manera, ella le correspondió. Se complementaron de una forma casi perfecta…

Desde abajo, luchó como nadie para salir adelante. Fue un triunfador. Un hombre de éxito: escaló posiciones a esfuerzo permanente y mantenido. De la escasez pasó a la abundancia. La vida premió su tesón. Le dio riqueza material y espiritual. El amor floreció en siete hijos. Ninguno torció la ruta. Todos crecieron inmersos en la bienaventuranza de ese amor sin límites. Como padres también fueron exitosos.

Son los padrinos de mi única hija. Yo amadriné a una de los suyos. Doble vínculo de afecto y de amistad. Por eso, he querido dejar testimonio en su memoria… En su recuerdo. Para el buen amigo. El excelente padre … ¡EL GRAN AMANTE!

¡Paz a su alma! ¡Au revoir, mon ami!







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Son reflexiones de Alichín, a las 2:45 a.m., In memoriam de un gran amigo recientemente desaparecido.



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