jueves, 26 de julio de 2007

L A F E L I C I D A D











(Cortesía de Gustavo MISLE)




Si alguien pregunta ¿Cuál es la finalidad de de tu vida? Sencillamente respondo:


-Vivir y ser feliz... Y ¿Soy feliz? ¡Definitivamente, sí! Y no puede ser de otra manera porque fue una decisión tomada a conciencia.



He tenido momentos aciagos. Y, posiblemente, todavía me quede uno que otro por vivir. Pero los soportaré. Viviré mi tristeza si es que me toca vivirla una vez más... Mas, a pesar de esa tristeza, o del dolor que la cause, seguiré siendo feliz.


-¡Está loca! Dirán. Pero no, no lo estoy: En un momento de mi vida en el cual me encontré sumida en una profunda tristeza pensando que ya nada bueno podría sucederme y que mi existir era un pozo oscuro y hondísimo, lleno de desaliento, miré dentro de mí y me agradó lo que vi. Me gustó mi fuego interno, luminoso y cálido. Denso en aspectos buenos y no tanto, pero propios de mi humanidad. Tomé conciencia de que tenía un valor que no había sabido apreciar. Que había vivido hasta ese momento deseando y procurando el aprecio ajeno mientras me negaba el propio. ¿Cómo puede ser apreciado quien no se ama a sí mismo?





Fue una decisión de un momento, que tomé frente al espejo. Me hablé. Con firmeza. Pero con dulzura. Sin reproches. Me dije cosas gratas... y comencé a sonreír. No he dejado de hacerlo desde entonces, porque aquella sombra que yacía en un rincón, abatida y triste, se levantó y dejó de ser sombra para transformarse en luz. Lo ilustraré con un lugar común: Como el Ave Fénix, renací de mis propias cenizas. Y me di cuenta de que esa era la felicidad: caer, pero poder levantarme. Una vez, dos... mil veces. Y otras tantas: ¡Arriba! ¡Que la vida es bella!





Ciertamente, la felicidad es un estado de ánimo. Un sentimiento. No es una condición permanente y sucesiva. Sería aburrido. No es ese estado utópico de euforia constante. La que nos prometieron los cuentos de hadas y las novelas rosa. La felicidad consiste en algo tangible, no porque podamos tocarla sino porque podemos percibirla, sentirla, pero de una manera práctica. No quimérica. Cuando entendemos quiénes somos y cómo somos. Cuando llegamos a apreciarnos como un ser único e irrepetible. Cuando con sinceridad reconocemos en nosotros nuestras debilidades y defectos y nos hacemos el propósito de ir mejorándolos, cada día un poquito, paulatinamente. Cuando sin falsas posturas de humildad pero sin pedanterías reconocemos nuestras virtudes y fortalezas y nos proponemos sacarlas a la luz, promocionándolas con elegancia, en todos esos momentos estamos siendo felices, indefectiblemente. Con frecuencia algunas personas rumian una infelicidad que no les corresponde: tienen mucho para ser dichosas, pero no lo advierten... Consumen parte de su vida en lamentaciones porque, al estar sus anhelos más allá de la realidad, no perciben que cuentan con tesoros capaces de atraerles la ventura.


Por supuesto, la felicidad también tiene una explicación fisiológica: las endorfinas, dicen los entendidos en la materia, producen estados de felicidad en el ser humano. Es una de las causas de la adicción al chocolate -afirman- porque éste las contiene o las produce. El sexo libera endorfinas y nos hace sentir felices. Pero esas "ayudas" no conducen a que las personas sean felices sino que proporcionan momentos de euforia. Démosles sus justas y respectivas dimensiones dentro de nuestro vivir.


Por otra parte, la felicidad no depende más que de uno mismo. Nadie puede hacer feliz o desdichado a otro. No obstante, desde la infancia nuestros padres repetían sus deseos de que "encontráramos alguien que nos hiciera felices". Eso se convirtió en una etiqueta, en un cliché, en un ritornello que nos acompañó por mucho tiempo. Y pasamos buena parte de la vida en busca de alguien que nos hiciera felices. Y nosotros ¿Podemos hacer feliz a alguien? No. Tampoco. Ninguna persona tiene esa potestad. Es nuestra personal responsabilidad: Somos felices al lado de una persona porque la aceptamos con sus defectos y con sus virtudes, sin intentar cambiarla. Amo a mi hija tal como ella es. Y tenerla conmico es para mí una felicidad, pero no porque ella me haga feliz sino porque me agrada que esté a mi lado, mimarla, disfrutar de su compañía. Si ella no me quisiera, sería también feliz por saber que la tuve. Y mi nieto: su presencia en mi vida me resulta una experiencia indescriptible. Junto a él soy inmensamente dichosa porque su compañía me es cara, a pesar de llantos o de malacrianzas. Amar a mis amigos me da felicidad pues me gusta amarlos. No escudriño en sus debilidades sino que aprecio sus virtudes. Son éstas las que me hacen amarlos y eso me llena de felicidad. Saber que los tengo. Que estarán allí para cuando los requiera. Pero más feliz me hace estar segura de que yo estaré a su lado cuando alguno me necesite.





Aunque la carrera que estudié fue la elegida, me agradó y aún me agrada, la profesión que las circunstancias me impusieron tal vez no se correspondió con mis anhelos, pero la ejercí con pasión y me dio muchas satisfacciones: saber que enrumbé algunos destinos por el camino correcto; que ayudé a varios en sus dudas y los animé a continuar cuando se sintieron débiles o defraudados. Mirar hacia atrás mi quehacer docente y constatar que no hice algunos esfuerzos en vano. ESO, ME HACE FELIZ.


Luché por un entorno hermoso donde vivir y lo obtuve. No solamente me costó alcanzarlo sino que me está costando conservarlo. Lucharé por ello hasta donde pueda. Cada obstáculo superado fue un momento de dicha. Haber vivido esa experiencia me hace feliz.



No me he trazado metas inalcanzables. Llegué tan alto como me propuse. No anhelo tener más de lo que tengo, solamente deseo conservarlo. Amo las cosas sencillas y me deleito con las pequeñeces que la vida y la naturaleza me ofrecen. Me gustan los atardeceres que contemplo desde mi jardín. Los cocuyos que iluminan mis plantas en las oscuras noches de verano. El manto de pequeñas luces que cubre mi espacio, junto a la luna amiga. El placer sencillo de contemplarlas para descubrirlas por sus nombres: cuando reconozco las estrellas, soy feliz. El croar de los diminutos sapitos coquí que por temporadas alegran los atardeceres y las noches lluviosas de mi entorno. El viento que mece frenético las ramas de mis árboles, tumbando sus frutos para facilitarme la cosecha. Comer mangos, hasta hartarme, bajo los mangueros que hace años planté. Los ires y venires de mis mascotas. Todo esto es fuente de felicidad.





Disfruto viajar hacia la capital por la carretera contemplando el paisaje, en la medida que la prudencia al conducir me lo permite. Un paisaje mil y más veces visto, pero nuevo para mí cada día. Eso es felicidad. Por todos esos pequeños portentos, cada mañana al levantarme, abro las ventanas ubicadas a la cabecera del lecho. La luz entra a raudales en mi habitación, amplísima y desordenada. Y miro hacia afuera y hacia arriba con un único propósito: agradecer al Altísimo por ese nuevo día que espero que sea mejor, o igual, que el de ayer. Porque ¿Cómo no creer en Dios si me ha dado tantas cosas y tantos seres a quienes amar? Y me concedió la potestad de ser la líder de mi vida y de saber perdonar. Disfruto la lectura, amo los libros. Soy feliz por leerlos y poseerlos. Los atesoro. Me complazco en escribir: poemas, cuentos, novelas que no publico pero que están allí. Son mi obra. Soy feliz cuando escribo, cuando leo, cuando escucho música o el trinar de las aves en las frías mañana de mi ambiente. Por todo eso agradezco a Dios. Y soy feliz.

Se avecinan tiempos tormentosos para nuestra vida. Ya estamos sintiendo los embates de los primeros ventarrones. Pero me estoy preparando para hacer frente a las situaciones por venir. Como quien se prepara para la llegada de un ciclón. No será fácil. No lo está siendo ya. Serán tiempos de pérdidas, de ausencias, de abandonos, de nuevos desarraigos. Tiempos duros. Como la vida. Que no es fácil. Pero sigue siendo bella. Y SOY FELIZ.





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P R O V E R B I O S


  • "El secreto de la felicidad no es hacer siempre lo que se quiere sino querer siempre lo que se hace." león TOLSTOY.


  • "La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz". Proverbio escocés.


  • Conócete, acéptate, supérate." San Agustín.


  • ¿Por qué buscáis la felicidad, oh mortales, fuera de vosotros mismos?". Boecio

  • "Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias." John LOCKE.

  • "Al final lo que importa no son los años de vida, sino la vida los años." Abraham LINCOLN.


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¿Por qué no sonríe?


¿Por qué no sonríe la niña

si es hermosa

¿Por qué no sonríe la niña

si está sana?

¿Por qué no sonríe la niña

si aún es joven?

¿Por qué no sonríe la niña

si es amada?

¿Por qué aún atesoras, niña,

tanta ira

si te bendijo Dios

con tantos dones?



(Septiembre, 2000).







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