sábado, 12 de mayo de 2007

E X P L I C A C I Ó N

Como ofrecí, incluyo una explicación sobre las piezas del post anterior:

  • La primera, bautizada con el nombre de El lago del Chamán, es collar elaborado en Plata de Ley 925, cuero teñido y tejido y semilla de "Tagua". Apliqué técnicas de soldaduras varias, construcción, martillado y engaste de semilla. La semilla azul es una tagua tinturada. Se produce solamente en Colombia (creo) y se le conoce también con el nombre de marfil colombiano por ser muy versátil. La mancha negra que tiene la de mi pieza es un defecto, que aprovechamos como elemento decorativo. Esta pieza expresa el sentido de un poema que forma parte de una pequeña serie de poemas breves, numerados, recogidos bajo el título de Piaches. Este es el número I:

Un Piache me dijo

¡Hace ya tiempo!:

-Entre peñascos,

localiza el guijarro más pequeño

y lánzalo al estanque...

Cuantas ondas te dé

serán tus vidas...

  • La segunda pieza, sin bautizar, está elaborada en plata de Ley 925 y malaquita reconstituida. Esta técnica consiste en triturar la piedra que luego se va colocando sobre el diseño y se amalgama con "pega loca". Se lija muy bien y finalmente, se pule. Fue mi regalo de bodas para una "hija" que vive en USA.
  • Corazón de Piache se llama esta tercera pieza. Elaborada con soldaduras varias, eslabones de diferentes tamaños y diámetros y una espectacular semilla de tagua, tinturada en rojo con visibles máculas negras. Corresponde al poema número IV:

Un viejo Piache

dijo adiós a su tribu:

De propia voluntad

se hundió en el tremedal...

el lodo barboteó...

¡Y DEVOLVIÓ UNA PERLA!

  • La última pieza, Amuleto del Piache, no tiene correspondencia con poema alguno. Es un collar elaborado en plata de Ley 925 e hilo de suela; se aplicaron técnicas de soldadura, construcción, texturizado y "engaste". Se "engastó" un pedacito de tapara o totumo (en algunos países se conoce como jícara), (Nombre técnico: Crecentia cujete L.) barnizado y pintado. Fue adquirido desde Francia.

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jueves, 10 de mayo de 2007

MI TALLER Y YO




Hasta el momento no he escrito nada sobre mi actividad de orfebre, aparte de la alusión tangencial en el post El fuego y el metal a propósito de la paciencia. El oficio de orfebre fue el camino encontrado y elegio por mí cuando me llegó el tiempo del ocio. Me tropecé con él [el oficio] por azar, como suele ocurrir con todos los sucesos que de alguna manera cambian el rumbo de tu vida o dejan en ella una impronta significativa. En efecto, oyendo, sin mirar, la televisión llegó a mis oídos la palabra orfebrería. Entonces, decidí poner atención: anunciaban la apertura de un curso de cera perdida en el Museo de Bellas Artes de Caracas. La decisión fue instantánea. Desde ese momento la orfebrería forma parte de mi quehacer cotidiano.
Comencé adquiriendo las herramientas más elementales: pinzas, un mecherito de alcohol y una "ollita" que fabriqué con una lata vacía y un trozo de madera a manera de asa, además de otro instrumento (absurdo, por demás) cuyo nombre desconozco: un pedacito de madera circular como de medio centímetro de diámetro y dos de largo, al cual le inserté un alambrito de clip, torcido a modo de cuchara. Fue elaborado por instrucciones de mi primer profe (Rafael B.) para ir modelando la cera ablandada por el calor (en la "ollita"). De allí en adelante, a medida que avanzaba en conocimientos y destrezas orfébricas fue aumentando el inventario de herramientas (¡y maquinarias!) de MI TALLER.
Esas tareas de aprendizaje y "construcción", de las técnicas y el taller, respectivamente, duran casi cinco años. Y digo duran, en presente, porque aún mantengo mi condición de aprendiz a través de la orientación de varios orfebres (ya consagrados) que han sido mis instructores. Así, esta misma tarde a las cinco, recibiré clases con mi actual profesor y próximo bloguero, Carlos G.
Trabajo con plata y piedras preciosas de las "baratas". Me explico: aprendí, en un Taller de introducción a la gemología, que no existen piedras semipreciosas, sino que todas ellas son preciosas. Solamente que las abundantes son baratas y las otras, las escasas, son carísimas (como bien explica la ciencia crematística). Además, empleo otro tipo de materiales como semillas, cuero, goma (neopreno), tapara (Crecentia cujete L.), etc., etc.
[Pido disculpas por la "digramación". No quería colocar las fotos en ese sitio, pero allí quedaron por imperativo de mi impericia como bloguera neófita y tal vez, por aquelo de la brecha generacional... jajaja]