viernes, 8 de junio de 2007

ÁRBOL DE LUCES

Hace muchísimo tiempo deseaba escribir algo sobre el árbol de luces. Hasta el momento, no he logrado dar con el nombre científico pero, su apelativo popular es el de aguacatillo, por el parecido de su fronda con la del aguacatero. Mide, aproximadamente, unos diez metros de altura. Su follaje es irregular y más bien estrecho. Es decir, no es uno de esos árboles espléndidos de copa circular y expandida que suelen verse a los lados de las rutas que atraviesan nuestros valles. No obstante, es un hermoso árbol.

Nos ha acompañado desde hace treinta y dos años y, si mal no recuerdo, ha crecido poco en ese tiempo, por lo que sospecho que su edad debe estar cercana al medio siglo. Su tronco, de alrededor de 140 centímetros de circunferencia, es recto, enhiesto como un asta y da a nuestro jardín un cierto carácter de dignidad y señorío. Sus flores blanquecinas son poco atractivas y, como su follaje, recuerdan las del aguacatero. No produce frutos o, si lo da, son tan pequeños que no se notan. En épocas de vientos fuertes sus ramas quedan desnudas para luego engalanarse con nuevas hojas verde-obscuro brillantes.
Es refugio y andén de diversas aves: Temprano en la mañana y cerca del atardecer, lo visitan tres espectaculares parejas de loros reales de color verde esmeralda ¡enormes! alegres y escandalosos. Durante todo el día, sirve de soporte a las auras (zamuros, zopilotes), que descansan en él después de su elegante planear bajo el azul, y lo canarios criollos, chirulíes y paraulatas llaneras lo arrullan con sus armoniosos trinos, junto a los azulejos, pájaros-carpinteros, cristosfué, paraulatas ajiceras (de ojos de candil) y otros muchos pajaritos de cantos menos melodiosos.
No está sólo en el jardín. Muy cerquita crecen a la derecha, una magnolia (magnolia grandiflora), un aguacatero (Persea Americana), un cocotero amarillo (a punto de fenecer) y, a su izquierda, un Azahar de la India (Muralla paniculada), un naranjo (Citrus sinensis) y, aún más allá un hermoso árbol de pomagás (Eugenia malaccensis), llamada "pomalaca" en el Oriente del país. Delante de éste, el seco esqueleto de lo que fue un frondoso árbol de Poma Rosa (Eugenia jambos) fallecido por la acción de la tiña o matapalo.
¿Qué tiene de especial este nuestro aguacatillo para ser merecedor de un comentario aparte entre los demás árboles? Solamente que destaca por su altura y porque en la época cálida, que he bautizado como de cosecha de cocuyos, estos pequeños bichitos de luz se posan por millares en sus ramas y, en la obscuridad de la noche, cubriendo su follaje, comienzan una especie de sinfonía silenciosa, por la rítmica intermitencia de sus lucecillas verdes, ofreciendo un espléndido espectáculo a la mirada. No quiero decir que el resto de las copas no se adornen con estos foquitos vivientes sino que, por algún motivo desconocido, las ramas del aguacatillo los atraen en mayor número y lo convierten en un formidable Árbol de Navidad extemporáneo, cuya visión es invaluable. ¡Y qué decir si el espectáculo coincide con una noche de plenilunio!

...ES EL LLAMADO DE LA NATURALEZA PARA EL APAREAMIENTO Y LA PERPETUACIÓN DE LAS LUCIÉRNAGAS...