Por el momento, nos hemos radicado en Frisco, Texas. Ésta es una ¨pequeña¨ población de provincia que nada tiene que envidiar a una gran ciudad como Dallas, a la cual está unida sin transición perceptible a través de varias urbes iguales a ella (McKinie, Plano, Allen y otras) que forman un conjunto urbano amplio y se disuelven hasta confundirse, como dije, con la ciudad madre, Dallas. Son lugares hermosos de clima cálido la mayor parte del año; territorios de llanura sin montañas, excepto algunas elevaciones del terreno, que parecen colocadas allí solo para romper la monotonía del paisaje. Las calles y avenidas son amplias y exentas de suciedad, con algunas interrupciones a causa de la construcción de otras, puesto que Frisco y sus alrededores son territorios en expansión que crecen aceleradamente con nuevas vías de comunicación y conjuntos residenciales que las bordean. No obstante, aún pueden verse muchos terrenos vacíos o en incipientes procesos de construcción. Conjuntos trazados en forma geométrica con viviendas de similar apariencia, es decir, de arquitectura uniforme cuyas variantes son apenas visibles.
Los cielos son de un azul intenso, a veces sin la presencia de nubes o aglomeradas en caprichosos conjuntos de ellas, conformando un hermoso paisaje celeste y blanco. Los dos o tres primeros meses fueron de tiempo tormentosos, sin exageraciones y luego un invierno con menos de una semana de nevadas, mayormente agua-nieve, que se vuelve peligrosa para el tránsito automotor. Desde hace dos o tres días el invierno comenzó a despedirse y el ambiente se prepara para recibir la primavera (anunciada para el mes de abril). La claridad ha vuelto a iluminar el cielo y el calorcito comienza a acariciarnos la piel. Según nos relatan, el verano en Texas es rudo; veremos cómo nos va con él.
De ahora en adelante este va a ser nuestro hogar (¿Definitivo?). Venezuela quedó atrás con su violencia incontrolada, su inflación descomunal, las injusticias de su gobierno forajido y, todavía, con un montón de gente amada que permanece en la memoria como alegría y como congoja. Es época, para nosotros, de adaptaciones: nuevas costumbre, nueva lengua. La vida cambió. Esperamos que con la infinita misericordia divina, sea para nuestro bien.